EL TIGRE Y
LA GACELA
Un día en
las praderas de África se encontraba un tigre muy hambriento paseando a ver si
se encontraba con alguna presa. En eso, a lo lejos se observaba a una gacela
comiendo tranquilamente, entonces el tigre pensó en un plan para tener a la
gacela de su lado y después atacarla.
Con mucho
cuidado el tigre se acercaba a la gacela para entablar una conversación, hasta
que la gacela escuchó un ruido en el pasto, el tigre sintiendo que lo estaban
observando decide salir del lugar donde estaba, asustando a la gacela, en un
rápido movimiento el tigre logró acorralar a la gacela con un muro de rocas, la
gacela al darse cuenta de lo sucedido empieza a rogar por su vida diciendo.
-Oh! Señor
tigre por favor, no me valla a comer, solo soy una pobre gacela, hare todo lo
que me diga, pero por favor perdóneme la vida…-decía la pobre gacela llorando.
-Pero amiga
gacela! Yo no te quiero comer, solo quiero ser tu amigo- decía el tigre
engañándola
La gacela
tan inocente cayó en su plan, haciéndose amiga del tigre.
Cierto día
el felino de verdad se dio cuenta que la gacela era una buena amiga y se olvidó
de su verdadero propósito que era comerla.
De pronto
en las praderas se sometió una hambruna haciendo que todos los animales
depredadores cacen muchos animales indefensos, el tigre que se encontraba por
ahí se dio cuenta de lo sucedido y en seguida recordó su plan, trataba de
buscar a la gacela desesperadamente, la encontró, se lanzó contra la gacela y
la acorraló para no dejar que se escapara.
- ¿Qué pasa
amigo tigre, porqué me estas acorralando, paso algo? - dijo la gacela inocente
-Lo que
pasa amiga es que tengo tanta hambre- dijo el tigre pareciendo inocente, pero
por dentro tenía mucha hambre.
La gacela
rápidamente entendió la situación y trató de pedir ayuda, pero fue en vano, de
un movimiento rápido el tigre se comió a la gacela.
Moraleja: la
traición llega de quien menos esperas.
Juliette
LA LECCIÓN DEL ZORRO
Había
una vez una familia que vivían en un parque. Estaba conformada por tres zorros,
Mauricio (el papá), Sofía (la mamá) y Piero (el hijo). Está familia era muy
respetuosa, excepto uno de los integrantes, quien mostraba algunas actitudes
irrespetuosas.
Cierto
día, Piero andaba jugando en la calle fomentando el desorden, cuando de pronto,
una amable tortuga se le acercó y le dijo –amiguito, ¿Por qué haces travesuras?
¡Te puedes lastimar! a lo que Piero descaradamente contesto –¡A usted que le
importa! -. Esta respuesta desconcertó a la señora y se fue sin decir nada.
Luego de un rato, Piero estaba listo para
irse, pero se le ocurrió una travesura, la cual era lanzar al piso unas canicas,
pensando en que sería divertido ver como los demás animales se caían. Un grupo
de liebres pasaba por ahí, sin darse cuenta de las canicas, estos resbalaron y
uno de ellos se golpeó fuertemente la cabeza, haciéndose un grave daño,
–JAJAJA- se empezó a reír Piero, pensando que era una buena broma, pero inmediatamente
se dio cuenta del daño que hizo a una de las liebres. Se acercó a ella para
brindarle su ayuda. Al cabo de un rato, este grupo de liebres fue llevada al
veterinario. -¡Cómo pudiste hacer esto!- exclamó el padre de Piero. El
veterinario mencionó que no habían sufrido daños graves y con una pomada se
aliviarían. Las demás liebres se encontrarían bien, pero eso no quitaba la gran
decepción que sentían pues habían escuchado que todos los miembros de su
familia eran muy respetuosos.
A
la mañana siguiente, el grupo de liebres pasaron por el parque y ahí se
encontraron con Piero, el cual se disculpó, pues ahora tiene un pensamiento
diferente y aprendió que sus malas acciones pueden lastimar a los demás. Las
liebres no guardaron ningún rencor o resentimiento hacia Piero ya que estos
sabían el gran arrepentimiento que nuestro zorro tenía. Por tanto, todas
aceptaron sus disculpas. Además, se dieron cuenta que Piero cambió para bien,
siendo más respetuoso y empático con los demás.
Moraleja:
Trata a los demás como quieres que te traten.
ILLEA
EL PERRO Y
EL GALLO
Cierto día
en la mañana, un perro jugaba junto a su mejor amigo, el gallo. Eran muy buenos
amigos desde hacía tiempo. En aquella granja, eran muy queridos, y todos los
animales admiraban su gran amistad.
Más tarde
aquel día, el granjero fue ver si todo andaba en orden como lo hacía siempre a
esas horas. Grande fue su sorpresa al ver al gallo muy herido.
Al parecer,
se había quedado atrapado en una red y se lastimó al intentar salir de ahí.
Luego recordó que también que ya estaba algo viejo, así que fue al corral a por
el animal y llamo al perro que lo ayudara a atrapar al gallo.
–Lo siento
querido amigo, pero mi dueño no me deja otra opción. –Dijo el perro mientras acorralaba al gallo mientras
esbozaba una sonrisa en su rostro. –
– Ayúdame a
escapar, por favor. –El gallo
suplicaba que lo deje ir; pero el perro ya esperaba que aquel día sucediese. –
–Como lo
lamento, pero ya no puedes hacer nada. –El perro se abalanzó al gallo, y dejo
que el granjero lo atrapase. –
Ese día
hubo tristeza en la granja, aunque el perro logró su cometido, nunca volvió a
ser feliz porque sentí un gran vacío luego de haber traicionado a su mejor
amigo.
Moraleja:
"Al traicionar, siempre una culpabilidad habrá."
HONEY
No hay comentarios:
Publicar un comentario