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miércoles, 23 de octubre de 2024

CUENTOS DEL 4TO B SEC. CONCURSO 2024

 

Más que un alma

Soy Miruki Nakashima, actual capitán del escuadrón 3 después de la traición del anterior capitán hacia los demás escuadrones, nadie se me suele acercar mucho porque dicen que soy raro, bueno, no los culpo. Nadie quiere estar cerca de un psicópata, considerando que acabo de salir de mi condena de 50 años por matar a alguien de mi escuadrón, no los culpo, ni yo me quiero así que no me importa si los demás lo hacen o no. Tengo mejores cosas en las cuales preocuparme aparte de mí mismo.

 

– Ah… que lindo día, ya extrañaba recibir la luz del sol después de estar mucho tiempo encerrado, lo otro sorprendente es que no me han quitado mi puesto de capitán… que justicia más estúpida la verdad, ¿Hmm… pero ahora que puedo hacer? Dudo que alguien de mi escuadrón quieras acercarse a mi después lo que hice… Suena lindo, sus caritas asustadas al ver entrar a su amado capitán no van a tener precio… Pero también escuche por ahí que el capitán del escuadrón 12 creo un gigai nuevo, vamos a ver si el científico loco logro sorprenderme esta vez… –

Gigai* : Alma modificada/Marioneta con conciencia propia que funciona con una píldora que contiene un alma artificial dentro

Miruki camino por los exteriores del escuadrón 12, con total emoción de ver la nueva creación de su amigo, anteriormente había un gigai, pero no captaba el interés de Miruki, algo que ni el mismo supo explicarse dada su retorcida naturaleza

Una vez que llego

– Aun soy bienvenido aquí?... ¿Halo? Mayuri?... Hmm? – La expresión de Miruki se volvió de sorpresa al ver un chico parado frente a él – ¿Alguien nuevo? Lo dudo… Mayuri odia a los reclutas nuevos… – Pensó para sí mismo – ¿Y puedo saber tú quién eres? Nunca te vi por aquí antes

– Hola. Soy Isoke, mi creador es el capitán Mayuri, ¿puedo saber a qué se debe tu llegada? – dijo con un tono neutral, careciente de cualquier forma de vida, incluso a sus ojos le faltaba el brillo significativo … este era el nuevo gigai de Mayuri? Que interesante.

– Así que Isoke? Un gusto, soy Miruki, amigo del quien tu nombras como creador… ¿supongo que tú eres el regalo que me preparo verdad?... Bueno, regalo no, yo mismo me regalo mis cosas así que debería pedirle las gracias al capitán Mayuri después por tu muy amigable bienvenida… – Dio una mirada cálida y una sonrisa agradable, pudo ver desde lejos la inocencia y genuinidad del ser frente a él, el simple hecho de saber con quién pasar un tiempo de diversión lo excitaba

Isoke solo lo miraba confundido y algo sorprendido, a pesar de ser un gigai podía sentir emociones, la presencia del intruso lo hizo sentir asustado e intimidado, cosa que nunca sintió antes considerando que fue creado hace una semana

– Eh… ¿De nada? Supongo… Solo sé que mi creador esta fuera en una misión junto con Nemu, mi hermana, así que no creo que lleguen rápido… – Dijo con un ligero temblor en su voz, miro hacia los lados nervioso, en medio de la oscuridad estaba encerrado con ese mounstro del cual desprendía morbo y otro tipo de pensamientos turbios

– Por el ya no te preocupes, ¿qué te parece si yo te cuido a partir de ahora?... ¿No suena una buena idea tener a un niñero que te cuide y proteja todo el tiempo? Así te vas a sentir más seguro, a mi lado por supuesto…Deja de dudar y ven aquí, dame un abrazo, estar encerrado mucho tiempo hace que extrañe el afecto de otra persona, o en tu caso, alma… ¿Y bien? No me hagas esperar, ven rápido. –

Isoke a pesar del miedo que sentía se acercó a los brazos abiertos de Miruki, una vez que estuvo lo suficientemente cerca sintió una punzada en el pecho

– UPS, ¡parece que mi catana se me resbalo… JaJa! ¿Te duele? – Dijo Miruki con una sonrisa retorcida en su rostro mientras la sangre salir y descender por el pecho de Isoke, y para su sorpresa no vio siquiera una mueca de dolor en su rostro, más bien una de confusión y ligero miedo

– Yo… ¿Esto es un abrazo?... – Isoke soltó una pregunta al aire cuestionándose a sí mismo si esto era correcto, dio un pequeño quejido al sentir la catana salir de su pecho haciéndolo escupir un poco de sangre manchando el suelo del lugar

– Por dios, ¡mira lo que has hecho!... Haz manchado todo el suelo y tu pecho está sangrando mucho… Ay, qué mal. Debería de curarte… ¡Ven conmigo pequeño ser maravilloso! – Como si fuera un niño sujeto a Isoke y lo llevo cargado hacia un laboratorio que solía usar en sus tiempos como un simple miembro del escuadrón, era su hora de jugar con su pequeño regalo

Miruki tiro a Isoke con total indiferencia hacia una camilla con correas que mantenían su cuerpo recto y quieto dejando su pecho la una parte expuesta libres de las correas, al alrededor del pequeño laboratorio se podían ver diferentes tipos de materiales médicos, desde bisturís hasta fármacos de dudosa procedencia

– Veamos, como puedo empezar contigo… Hmm… ¡Ya se! Escuche por ahí que los gigai como tu tienen su píldora en mitad del pecho… Con tu total autorización voy a comprobar si es verdad… Todo en nombre de la ciencia claro, ¡JAJA! – Después de la risa de Miruki procedió a ver cuidadosamente los utensilios médicos que tenía a su lado, aparentemente dudando de cual elegir – Hmm…sabes, no soy alguien exigente con las cosas, así que vamos a probar este – Dijo mientras sostenía un serrucho en sus manos

Con total gozo Miruki paso el serrucho por el pecho expuesto de Isoke abriéndolo en el proceso dejando sus órganos internos a la vista, pero lo que más enojaba a Miruki un poco era el hecho de que Isoke no se quejaba o ni siquiera este gritando o retorciéndose de dolor

– Así que eres de los luchadores, entiendo… pero no me conformo con esto – Dijo con una voz seria y ronca, llevo sus manos hacia el pecho abierto de Isoke y empezó a hurgar entre los órganos manchando sus brazos en el proceso, intencionalmente apretó algunos órganos esperando una reacción, pero nada, esto lo estaba frustrando cada vez mas

– Bien… Parece que… Eh… La píldora se fusiona con tu alma realmente, pero no eres más que un simple muñeco inútil, ¿siquiera sabes sentir dolor o eres igual de inservible que tu hermana? Uh… Y yo que pensé que eras mejor de lo que pensaba, Mayuri logro decepcionarme de nuevo… Pero ni modo, si tengo que divertirme, aunque sea un poco antes de encontrar a alguien real deberá ser antes de que Mayuri venga y me mate a mi… – Dijo con total decepción y fingida emoción, tiro el serrucho por algún lugar del laboratorio, era hora de que desahogue su frustración y enojo con este pobre gigai

Miruki en un arrebato de ira arranco uno de los órganos de Isoke dejándolo tirado en el suelo, miro hacia el rostro de Isoke pero no hubo reacción alguna, ninguna queja, ningún grito, ni una maldita lagrima salían de sus ojos. Cada vez se sentía más y más confundido, frunció levemente el ceño

– Supongo que puedo intentar darte una oportunidad de complacerme… que tal si…– Dudo un poco y con un bisturí corto un trozo de la carne de Isoke, sin ninguna duda lo llevo a su boca masticando la tierna carne – En toda mi vida nunca había probado una carne tan deliciosa como la tuya… Parece que si eres útil después de todo…Me voy a dar un gran festín contigo… –

Después de un tiempo que parecía una eternidad el cuerpo de Isoke yacía entre partes divididas, algunas partes de su piel incluso faltándole

– Bebes mi sangre con mucho morbo… Es raro, eres raro… – Dijo agotado mientras veía a Miruki comerse un trozo de sus dedos, lo único intacto que quedaba de Isoke era su cabeza y torso, las demás partes faltantes fueron digeridas

– Cállate, la comida no habla… ¿Y sabes que es lo mejor de todo? Que puedo pedir que te regeneren… Nunca tendrás un descanso hasta que logre sacarte un grito de dolor desde tu garganta – Con una leve sonrisa Miruki clavo un cúter en la yugular de la cual empezó a salpicar sangre, pero como era de esperarse Isoke no falleció o hizo queja alguna, solo sintió un dolor interno, el dolor de ser incapaz de sentir algo común como el dolor o sufrimiento

El resto de los días Isoke era acosado constantemente por Miruki hasta el punto de sentirse paranoico cada vez que salía de su escuadrón, teniendo pesadillas constantes, su creador era el que menos le importaba su condición mental, llegando al punto de imaginar cosas.

Ser real, pero al gran costo de tener miedo de todo lo que te rodea, el miedo de saber que no tienes escapatoria de tu futuro, lo peor de todo, tu asesino y acosador no podía ser condenado ya que no te consideraban alguien real, nada más que un alma artificial hecha para experimentos 

Las personas no pueden ser pensadas para definir vida; sin embargo, las emociones pueden ser usadas para definir la vida

sosuke


     LA ESCUELA EMBRUJADA

Un día en inicio de clases Margot fue muy contenta, pero sabiendo que al colegio que iría era antes un cementerio. Cuando llegó al colegio sintió una vibra muy pesada, o tal vez lo que tenía solo era miedo, porque sabía lo que realmente era ese colegio antes. Al pasar las semanas ella no podía hacer amigas, ya que lo de ser social no se le daba, era la única solitaria del salón y por eso siempre se sentaba atrás en una esquina. Al día siguiente ella fue la segunda en llegar, o bueno eso creía Margot, ya que quien llegó era un alma el cual solo ella podía ver, porque esa alma tenía un objetivo, la cual era rencarnar en el cuerpo de ella. El se sentaba al costado de ella para tenerla vigilada todos los días, los demás no podían verlo, por eso es que nadie se daba cuenta de lo que pasaba, el pensaba que Margot sería una presa fácil porque siempre la veía sola. Pasaron los días, el seguía vigilándola, hasta el punto que a Margot se le ocurrió hablarle para pedirle prestado un borrador, al momento que ella le pidió todos la miraron raro, porque pensaron que ella estaría loca, una compañera le preguntó ¿A quién le pides prestado? ¿Si sabes que no hay nadie ahí verdad? ¿Qué te pasa, estas bien? Margot voltea a verla y le dijo, no ves que ahí está un compañero nuestro y al momento de voltear para querer agarrar el borrador ella dejo de ver a su compañero y solo veía una silla sola sin nadie, al momento de la salida cuando estaba yendo a su casa caminando sola, se puso a pensar de todo lo que le pasó en su salón, si de verdad era un compañero, si solo por los nervios se fue corriendo y ella no se dio cuenta, o si tal vez era uno de lo almas que estaban enterrados ahí antes, en fin se hizo muchas preguntas que no la dejaron tranquila. Al día siguiente ella no sabía si ir o no al colegio, pero fue tan valiente de su parte que se convenció en ir, pero era la peor decisión que pudo tomar. El alma ese día ya tenia planeado reencarnar en ella, ya que Margot ya tenía sus sospechas sobre ese compañero. El la llamó diciéndole si podían hablar sobre lo que pasó ayer, del porque se fue corriendo, el la llevó al cuarto de limpieza del colegio donde todo era muy oscuro, ella se asustó y dudo en entrar, tenía mucho miedo. El alma al verla dudar la empujó para que entre, se convirtió en el demonio que era, sus dedos con garras lo metió en la boca de ella, lo metió hasta el fondo para poder reencarnar en ella, el alma pudo contra ella, se fue a otro colegio, sus padres no sabían donde estaba Margot, la dieron por desaparecida. El alma se fue a otro colegio para poder hacer mas maldades con otros chicos que entraban y eran solitarios igual como era Margot.

Tumbalafiesta


EL FINAL DE AXEL BAKER

Una pareja de esposos, Axel y Dafne, se encontraban cenando en la pequeña casa a la que se acababan de mudar, el frío invernal entraba por las ventas mientras mecía las cortinas desgastadas. Ninguno decía una sola palabra. Dafne lloraba ante la muerte de su difunto padre. Axel se limitaba a mirar su plato y comer en silencio, mientras las ganas de preguntar por la herencia lo carcomían por dentro. Los minutos pasaron y se atrevió a romper la tranquilidad presente.

–Dafne, sé que ha sido difícil la muerte de tu hermana, y ahora con la muerte de tu padre no imagino el dolor que estás sintiendo. Quiero que sepas que, si necesitas hablar de algo, voy a estar aquí para ti. –cogió la pequeña y suave mano de su mujer mientras agarraba un pañuelo para secar sus lágrimas–. Sé que esta casa te la heredó tu padre, pero ¿El resto de la herencia?

–Aprecio tu apoyo, Axel. –apretó su mano–. El resto de la herencia ya está a mi nombre, mañana lo transferiré a nuestra cuenta conjunta y las propiedades las pondré a tu nombre.

La euforia invadió su ser. Por fin se desharía de ella y se quedaría con toda la fortuna de su yerno. Mañana, cuando Dafne regresara de la notaria y del banco, cuando por fin termine con las transacciones, la asesinaría. Tenía el plan perfecto, nada lo detendría.

Al día siguiente, la mañana transcurrió con normalidad; Dafne fue al banco y luego a la notaría, tal como había dicho. Cuando la suave sombra oscura ocultaba al sol y el canto de los cuervos resonaba en el bosque silencioso. Tocaron la puerta. Axel se acercó a la entrada para recibir a su esposa con un cálido abrazo y una sonrisa, sonrisa que ocultaba sus verdaderas intenciones. Ambos se sentaron en el comedor y empezaron a platicar; Axel ocultó su genuina felicidad mientras preguntaba a su esposa como se sentía el día de hoy.

–Axel, yo agradecería no hablar del tema por ahora. Creo que deberías arreglar las ventanas, están por caerse y el frío ingresa con mayor intensidad por las noches.

–Está bien. Iré al cobertizo por las herramientas. –se levantó de la mesa y se dirigió al cobertizo. Al salir del comedor, no pudo evitar soltar una pequeña risa mientras se encaminaba danzante al pequeño porche.

Empezó a buscar el hacha que había afilado ese día en la ausencia de Dafne. Cuando la encontró, la miró maravillado. Por fin tendría todo y nadie se enteraría de la muerte de su mujer. La única familia que tenía Dafne eran su padre y su hermana, su padre falleció por de un derrame cerebral, pero ¿Y su hermana? Poco se sabe de ella. Un día desapareció. La búsqueda de los policías fue en vano así que poco tiempo después archivaron el caso.

Axel llamó a su mujer al cobertizo, con la excusa de que lo ayudara a sostener unas cosas, pero en eso, una fuerte brisa entró y azotó la puerta. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Su cuerpo se heló y su piel se erizó. El miedo lo invadió. Pudo ver que con la brisa entró una pequeña sombra, que revoloteaba por todo el pequeño cuarto. Los planos y las herramientas salieron volando por todas partes, una cierra le hizo un corte en el hombro, así que él se tiró al piso para evitar otro daño. De repente, la puerta se abrió.

–¿Qué haces en el piso? –dijo Dafne con un tono de indiferencia.

Antes de que pudiera decir algo, Axel se levantó y miró como la habitación estaba intacta. No había rastro de lo acontecido, solo el corte que se había hecho. Cuando Dafne vio el corte supuso que fue con el hacha que él sostenía. Lo llevó dentro de la casa para limpiar la herida antes que se infectara y luego se fueron a dormir.

El pánico que sintió Axel hace un momento no lo dejó descansar en toda la noche. Cuando intentaba dormir, escuchaba los sollozos de una pequeña niña. Los sollozos que tanto le recordaban su época de cuando era solo un adolecente, volvieron a atormentarlo.

A la mañana siguiente, Dafne salió al bosque a dar un paseo y de camino recolectar un par de frutos para preparar la tarta que tanto le gustaba a su marido. En su ausencia, Axel decidió continuar el plan. Esta vez la esperaría en su habitación. Aún de día, nuevamente fue hacía cobertizo a sacar el hacha que había dejado la noche anterior. Entró por ella con prisa para luego afilarla aún más. Luego de estar afilando por un rato, se cortó con solo tocar el filo. Al ver como el filo del arma era perfecto, se aproximó a la habitación que compartía con su esposa. Una vez ahí, volvió a mirar el hacha, y una risa desquiciada llenó cada esquina de la habitación. Como si de un demonio se tratase, los cuervos que se encontraban posados en el árbol que tenían fuera, se acercaron a la ventana de la habitación y empezaron a graznar junto con la risa de Axel.

–No puedo creer que me dejé llevar por una absurda imaginación ¿Ustedes lo creen? Solo fue mi mente jugándome una mala pasada. –su semblante cambió a uno más serio– Debo estar loco ¿Qué hago hablando con ustedes? Sucios cuervos ¡Fuera, lárguense!

Axel los espantó y cerró la ventana. Al cerrarla, pudo divisar a lo lejos como Dafne venía con una pequeña cesta de frutas. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro. Saltaba de alegría pensando en que haría cuando por fin se deshaga de ella, cuando toda la fortuna estuviera en sus manos.

Se echó en la cama mirando hacia el techo, imaginando como sería su nueva vida. En medio de eso, la misma brisa de la noche anterior ingresó con fuerza. Esta vez, una niebla oscura irrumpió toda la habitación. Axel saltó de la cama y corrió presuroso hacia la puerta que, al intentar abrirla, esta solo se desvaneció. Ingrata fue su sorpresa al acercarse a las paredes y darse cuenta que las ventas habían desaparecido de igual manera.

Agarró el hacha y se quedó en una esquina de la habitación, mirando hacia donde antes había estado la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par al ver como la silueta de una pequeña niña se formaba. Se le hacía extrañamente familiar. Poco a poco esa silueta empezaba a notarse con mayor claridad. Cuando por fin se dio cuenta de quién era, su corazón empezó a latir tan fuerte hasta el punto de que le dolía doliera el pecho. El recuerdo de su juventud retornó a su mente…

[…] Axel se encontraba con sus amigos, buscando la cabaña escondida del bosque. En el camino, se cansaron de buscar la pequeña cabaña así que decidieron volver. Al instante que Axel se dio la vuelta, sintió como algo pequeño chocó contra él. Era una pequeña niña. Uno de sus amigos empezó a burlarse de su ropa desgastada, a lo que ella le lanzó un par de piedrillas. Esto enfureció al joven que, la levantó y se la arrojó a otro de sus amigos. Así ellos empezaron a jugar, lanzando a la niña por los aires. Cuando se la dieron a Axel, dudó en seguir con el “juego” al escuchar los sollozos de la niña. Pero uno de sus amigos pidió que se la pasara de vuelta, a lo que Axel la tiró sin ver hacia donde, confiando en que la atraparían. Algo golpeó contra una piedra. La niña, con la cabeza partida, yacía en el suelo. Axel miró el cuerpo horrorizado.

«¡Axel tiene la culpa!» Gritaron todos mientras salían corriendo, dejando a Axel conmocionado por lo sucedido, solo con el cuerpo. Levantó el cadáver y empezó a buscar con desesperación donde esconderlo, hasta que encontró un acantilado, donde antes de aventarlo, vio como tenía un lunar en forma de estrella en la frente. […]

–Ahora entiendo todo… ¡Eres tú! La pequeña hermana de mi esposa… –luego del flashback, Axel recordó que su mujer había mencionado que su hermana tenía un lunar en forma de estrella en la frente. Incluso le mostró una foto de su hermana cuando era todavía una bebé. Había matado a la hermana de Dafne y, ahora mataría la misma Dafne. Ahora entendía porque esa sombra impidió su primer intento de asesinato. Pero esta vez no se quedaría quieto. Agarró el hacha con más fuerza, mientras la locura lo tomaba preso.

–¡Mi conciencia me carcomía por tu culpa! Hasta que mi mente no bloqueo el recuerdo ¡No pude vivir en paz! –corrió hacia la niña dispuesto a atacarla, con lágrimas corriendo por sus mejillas y con un evidente enojo. El hacha golpeó contra algo. La niebla se dispersó. Axel cerró los ojos y siguió dando golpes con el hacha, una y otra vez.

Se arrodilló en el piso, mientras la frustración se apoderaba de él. Apretó los ojos mientras golpeaba el piso. Escuchó como algo salpicaba. Abrió los ojos lentamente y vio como sus manos, su ropa y las paredes, estaban teñidas de un todo carmesí, cual rojo vivo le recordaba nuevamente su crimen del pasado. Buscó desesperado con la mirada el cuerpo de la niña. Un suspiro aliviado salió de su boca.

–Oh, Dafne. Creí que había vuelto a matar a tu hermana. –se levantó moribundo, sacudió su ropa y fue por un saco. Ahí metió el cuerpo mutilado de Dafne.

Llevó los restos al mismo acantilado donde muchos años atrás había arrojado el cuerpo de su hermana «¡Ojalá te encuentres con ella, querida Dafne!» gritó en el acantilado mientras dejaba caer aquel saco que contenía la victima de su nuevo crimen.

Esa misma tarde fue al pueblo, sin cambiarse la ropa. A cada persona con la que se cruzaba le decía entre risas: «¡Creí que había matado a la niña! Pero solo había sido mi esposa». Los habitantes alertaron a los policías. Se acercaron a Axel y el describió con detalles su crimen, pero no se cansaba de repetir: «¡Tranquilos, no maté de nuevo a la niña!».

Al día siguiente, lo llevaron con el Sumo sacerdote del pueblo para que se confesase antes de su ejecución. Había sido condenado a muerte. En camino hacia el verdugo, Axel no paraba de sonreír; saludaba a todos, alegre y cantante.

–Axel Baker, eres condenado a por la muerte de las hermanas Winston ¿Septem verba?

–¡No volví a matar a la niña! –gritó Axel mientras reía.

Antes que la guillotina cortara su cabeza, Axel miró al frente. Divisó entre la multitud la silueta de ambas hermanas, observó cómo lo menospreciaban con la mirada. Abrió la boca para decir algo más, pero era tarde. La guillotina había caído.

Monarca 

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