EL TORTURADOR NOCTURNO
El sonido de unos pasos chocar contra el
suelo era lo único que se escuchaba en la noche fría de aquel barrio. Vanesa había
salido tarde del bar, y para su mala suerte había rechazado el ofrecimiento de
su padre de ir por ella, es cuando en su cabeza la frase de su madre se repetía
“Sé que te puedes cuidar, pero deja que tu padre te recoja” pero no fue
suficiente para que ella aceptara, ya que se creía independiente y que se podía
cuidar por sí misma. Agitada y con una delgada capa de sudor sobre la frente, tenía
un mal presentimiento, sin embargo, ya era demasiado tarde. La razón de como su
cuerpo inerte terminó flotando en el río tal vez fue no hacer caso a las
advertencias de sus padres o quizás porque fue presa fácil para él.
Anderson Quintanilla, un joven que
trabajaba como agente de seguridad en el Centro Comercial Santa Ana, sonreía de
manera lasciva al ver que era nuevamente el titular de la prensa de aquel día.
Mientras desayunaba tranquilamente en su casa se escuchaba de fondo la
televisión “El torturador nocturno cobró una nueva víctima. Esta mañana fue
encontrado el cuerpo sin vida de Vanesa Tapia, una joven que también era parte
del staff del Centro Comercial Santa Ana. Esto ha creado conmoción entre los
colaboradores de este gran emporio ya que sienten que cualquiera puede ser la
próxima víctima…”
-
Ni
que fueran tan afortunados…
Se reía Anderson mientras terminaba de
dar el último sorbo a su café. Su turno iniciaba en una hora por lo que
necesitaba tomar sus cosas e irse a un nuevo día de trabajo. Mientras todos
estaban conmocionados y preocupados, muchos se sorprendían de como es que
Anderson mantenía aún la calma. Pero para no levantar sospechas, se acongojaba
cada que le hablaban de una de las víctimas, mostrando una máscara de
hipocresía mientras por su mente pasaban imágenes de las torturas que les había
hecho sufrir.
Aquel día le tocaba su zona favorita,
donde podía escoger a su nueva víctima, la oficina de CCTV. Con una nueva taza
de café sobre el escritorio observaba atento cada movimiento que se registraban
en las cámaras en busca de algo que llamara su atención. Fue cuando vio a Jeff
Molina, un joven dependiente del departamento de ropa para caballeros, que se
encontraba haciendo sus labores como cada día, tenía ese porte despreocupado y
de autosuficiencia que Anderson odiaba.
La semana transcurrió y como lo
sospechaba, Jeff era un chico que vivía con sus preocupados padres, que le
aconsejaban no salir solo hasta muy altas horas de la noche o que no saliera
todos los fines de semana, pero para él eso no importaba, era el tipo de
víctima que Anderson buscaba. Mientras las investigaciones por parte de la
policía sobre las otras cinco víctimas continuaban, Anderson prácticamente se
burlaba de ellos, mostrándose partícipe en todo lo que le solicitaban. Lo que
poco a poco empezó a levantar sospechas del jefe de policía, a quien se le
asignó el caso del torturador nocturno.
La semana siguiente fue a la ciudad
continua para comprar las cosas necesarias que iba necesitar para su siguiente
trabajo, sentía que ya era hora, aunque esta vez no hubiera pasado tanto
tiempo, pero su mente ya se deterioraba cada vez más por lo que no podía
esperar.
Fue aquel sábado, como todos los
anteriores que Jeff regresaba durante la madrugada del Beer Shop Bar, en un
estado de ebriedad evidente. Sus padres como de costumbre le pidieron que no
regresara tan tarde y si lo hacía, avisara para poder ir por él, pero este no
hizo caso. Jeff bajó del autobús y se percató que no había ni un alma por la
calle, tambaleándose empezó a caminar por la extensa avenida en dirección a su
hogar, cuando de pronto escuchó unos pasos adicionales a los suyos a medida que
avanzaba. La sensación de miedo fue como un balde de agua fría que lo hizo
reaccionar, empezando a acelerar el paso, sintió como una extraña sensación
recorría su espalda, volteaba cada tanto a ver quién lo seguía, sin embargo,
por lo oscuro de la noche no podía distinguirlo. Cuando vio de lejos la entrada
de su casa se sintió más aliviado, pero fue cuando todo pasó tan rápido que
perdió el conocimiento.
Al despertar poco a poco se encontraba
en una especie de almacén, con luces tenues alrededor, estaba sobre una fría
mesa de metal atado de brazos, pies y torso lo que impedía su movilidad. Cuando
una figura masculina emergió de las sobras, era el torturador nocturno. Fue en
ese momento que Jeff empezó a arrepentirse de no haber escuchado las advertencias
de sus padres, el no haberse quedado en casa o haber salido menos. Anderson por
su parte soltó una fuerte carcajada burlona.
-
Me
encanta ver esa expresión… Esa que ponen todos al recordar las advertencias de
sus padres. Al arrepentirse de no haberles hecho caso en su momento…
Escuchó un click seguido de un flash, le
había hecho una foto instantánea. Una que agitó en el aire y colgó junto a
otras más. Con horror Jeff logró ver que eran imágenes de sus compañeros, todas
tenían la misma expresión de arrepentimiento y culpa. Él empezó a rogar de
manera interna que alguien lo ayudara, prometía no volver a desobedecer a sus
padres si alguien lo salvaba. Anderson volvió a la mesa mientras tomaba un
bisturí de una bandeja, el metal brillaba contra la tenue luz del lugar, lo
acercó recorriendo el rostro del joven maniatado.
-
Nos
divertiremos mucho esta noche, prometo que no será rápido, pero si a tiempo
para que mañana llenes las primeras planas.
Decía mientras hundía el objeto corto
punzante contra la mejilla del joven. Este gritó de dolor mientras se retorcía
sin poder desatarse, el dolor era más intenso de lo usual, al parecer le había
inyectado una especie de droga para ello. Cuando Anderson se disponía a tomar
su siguiente juguete, un fuerte sonido se escuchó en el lugar, seguido de mucho
humo y estruendoso sonido de muchos hombres ingresando al lugar.
-
Suelta
el arma, sube las manos y aléjate del muchacho.
Se podía escuchar gritar al jefe de
policías, Anderson con una sonrisa triunfante en el rostro, levantó las manos y
dejó caer el bisturí al suelo. Un par de efectivo lo pusieron contra la pared
mientras lo amarrocaban, otros se acercaron al muchacho sobre la mesa para
liberarlo. El jefe se acercó para mirar al torturador que no quitaba esa
sonrisa lasciva del rostro.
-
¿Qué
te parece tan gracioso? – Increpó el oficial.
-
Que
ustedes no entienden mi trabajo, solo les doy una lección, para que entiendan
que deben hacer caso a sus papis, y que si no lo hacen el coco vendrá por ellos…
La expresión de sorpresa fue notoria en
el rostro del jefe que hizo que lo sacaran del lugar. Él había seguido su
instinto, no se equivocó al sospechar del hombre que vigilaba todo en las
sombras, quien siempre estaba dispuesto a ayudarlos. Alguien que había
confundido su puesto y pasó de protector a verdugo, tomando en sus manos la
vida de personas inocentes que tuvieron la mala suerte de no obedecer los
consejos de sus padres y decidieron disfrutar de su juventud sin medir las
consecuencias.
El enigma del relojero
nocturno
Había una pequeña ciudad llamada
Cadenfield, donde todos sus habitantes sabían que, cuando la luna brillaba en
su plenitud, sucedían cosas extrañas. Pero una noche en particular, algo aún
más misterioso ocurrió. El reconocido relojero de la ciudad, señor Benjamín
Blackwood, fue encontrado muerto en su taller bajo circunstancias inquietantes.
La noticia de la muerte del apreciado
artesano se propagó rápidamente por toda Cadenfield, y la atmósfera del lugar
se llenó de inquietud. El Inspector Alexander Hayes, conocido por su habilidad
para resolver los enigmas más complejos, fue asignado al caso.
Al llegar a la escena, el Inspector
Hayes notó que el taller estaba perfectamente ordenado, como si el señor
Blackwood hubiera estado trabajando en uno de sus exquisitos relojes antes de
su trágica muerte. Sin embargo, lo que más llamó su atención fue el reloj de
pared que marcaba las 12:00 de la noche y no avanzaba.
El cadáver del relojero estaba cerca del
reloj, con una expresión de sorpresa en su rostro. No había signos de forcejeo
ni entrada forzada. La única pista que el inspector encontró en la escena fue
una misteriosa llave plateada, cuidadosamente colocada junto al cuerpo de
Benjamín.
Con el relojero muerto, no había nadie
que pudiera decir qué había pasado esa fatídica noche. El inspector comenzó a
interrogar a los habitantes de Cadenfield, pero todos parecían tan sorprendidos
y desconsolados como él. Nadie tenía un motivo para hacerle daño al relojero,
quien era conocido por ser un hombre amable y respetado por todos.
A medida que el inspector profundizaba
en la vida de Benjamín Blackwood, descubrió que el relojero estaba trabajando
en un proyecto secreto, un reloj especial que supuestamente tenía la capacidad
de alterar el tiempo. El rumor sobre este reloj había llegado a oídos de
personas codiciosas de otras ciudades, pero nadie sabía con certeza si el
proyecto había sido terminado.
Los días pasaron y el misterio parecía
envolver a Cadenfield aún más. El inspector continuó siguiendo todas las pistas
posibles, pero cada camino parecía conducir a un callejón sin salida. La ciudad
estaba sumida en un estado de ansiedad y miedo, y el reloj de pared en el
taller del difunto relojero seguía marcando las 12:00 en punto.
Finalmente, en una noche particularmente
sombría, el Inspector Hayes tuvo un atisbo de inspiración. Revisó
meticulosamente todos los registros sobre los clientes que visitaban
regularmente el taller de Benjamín Blackwood. Entre ellos, encontró un nombre
que llamó su atención: el señor Rupert Davenport.
Davenport era un coleccionista de artefactos extraños y valiosos. Parecía improbable que estuviera relacionado con el caso, pero el inspector decidió investigar. Al indagar sobre Davenport, descubrió que había estado obsesionado con el relojero y su supuesto reloj capaz de alterar el tiempo.
Convencido de que Davenport estaba involucrado, el inspector lo llamó a declarar. Durante el interrogatorio, Davenport negó cualquier participación en el asesinato, pero su nerviosismo delató sus mentiras. Finalmente, después de una intensa confrontación, Davenport confesó que había intentado robar el reloj, pero que no había matado al relojero.
Davenport explicó que había ingresado al taller esa noche para llevarse el reloj y venderlo por una fortuna. Sin embargo, al intentar hacerlo, el reloj comenzó a funcionar inesperadamente, haciendo que la habitación se llenara de extrañas luces y sonidos. Aterrorizado, Davenport huyó del lugar sin llevarse el reloj.
El inspector sospechó que el reloj especial de Benjamín Blackwood había tenido un papel crucial en su muerte. Al examinar más detenidamente el taller, encontró una carta dirigida a su hija, Eleanor. La carta hablaba sobre el reloj especial y cómo podía alterar el tiempo. Benjamín revelaba que lo había creado para corregir un error que cometió en el pasado y que quería usarlo para salvar a su esposa, quien había muerto en un accidente tiempo atrás.
El inspector, compadecido por la
historia de amor y redención del relojero, decidió mantener el secreto del
reloj especial y protegerlo de personas codiciosas como Davenport. El caso fue
oficialmente cerrado, pero el reloj de pared en el taller de Benjamín Blackwood
seguía marcando las 12:00, un recordatorio eterno de que el tiempo, a veces,
puede ser un enigma imposible de resolver.
NÉBULA
LIOS OCULTOS
Aquel invierno fue el más
frio de Málaga, aquella mañana, la más nublada de la semana, Marck un joven que
nunca tenía el hábito de despertarse temprano, curiosamente, ese día en
especial se despertó de madrugada, y un tanto sospechoso, saco al perro a
pasear, salió sin dar explicación, con el semblante pálido, él normalmente se
tomaba mucho tiempo en arreglarse, pero en esta ocasión salió sin peinarse y
con lo primero que tenía a la mano.
La cámara de seguridad del
vecino lo filmó dirigiéndose al parque mirando para todos lados como si alguien
o algo lo estuviera asechando, daba pasos pequeños y lentos, luego largos y rápidos,
siguió a su paso hasta llegar al parque, buscó acercarse a las personas que en
ese momento hacían ejercicio, pero fue en vano, se escuchó el sonido del motor
de un vehículo peculiar, muy fuerte y estruendoso, acto seguido Marck cayó intempestivamente,
ante la mirada atónita de aquellas personas que andaban por ahí, muchos de
ellos salieron despavoridos y unos pocos se acercaron, al ver la escena y la
sangre que derramaba se pusieron a gritar, Marck yacía en el piso con un gran
hueco que le atravesaba su cuerpo.
Algunos pocos reconocieron
su rostro, y raudamente acudieron a su
familia. Su hermano menor, Juan, al ver lo sucedido llamó a la policía, los que
al llegar actuaron más sospechosamente aún, puesto que con mucha prisa lo
subieron a una camioneta negra sin placa, Juan se les quiso acercar, pero ellos
con empujones lo alejaron y se fueron sin dar ninguna explicación.
Juan llamó sus padres y
juntos fueron a las comisarias a preguntar por Marck, en una comisaria hicieron
pasar a sus padres a una oficina, se demoraron mucho tiempo y al salir tenían
el rostro pálido y desencajado, Juan les preguntó ¿qué había ocurrido? Pero sus
padres no le contestaron, solo atinaron a decir “vamos a casa”, gritó,
reclamo y lloró, pero ellos no le dijeron nada, al llegar a casa Juan seguía insistiendo
para que le digan que había ocurrido, ante lo cual su papá reaccionó y le
gritó, “ya cállate, no podemos hacer nada” y se puso a llorar junto a
su madre que solo lloraba sentada en el sillón.
Juan salió de la casa y
fue al parque donde había ocurrido la muerte de Marck, recordando el momento en
que lo vio tendido en el piso, con ese hueco tan grande en el pecho y rodeado
de sangre, al legar al lugar, más grande fue su sorpresa, puesto que el piso
estaba totalmente limpio, no había ni una sola mancha de sangre donde antes
había todo un charco de sangre.
Juan
preguntó a los vecinos del parque quien había limpiado la sangre y todos le respondían
que en ese parque no había sucedido nada, que nunca hubo un charco de sangre y
mucho menos un asesinato, Juan se empezó a desesperar, pidió a los vecinos que
vean sus cámaras de seguridad, los vecinos le mostraban los vídeos y no salía
nada. Cuando de repente recibió una llamada, en el indicador salía el nombre de
su hermano, contestó y era la vos de Marck,
que le preguntó ¿dónde estaba? Ante lo que Juan le respondió que ¿dónde
estaba él?, que él lo había visto muerto en el piso y que los policías se lo
habían llevado, en eso cuando estaban hablando apareció un patrullero del cual
bajaron 2 policías muy grandes y robustos, y lo detuvieron aduciendo que estaba
molestando a los vecinos con sus preguntas y que estaba generando alarma, , lo
llevaron a la comisaría y en pocos momentos llegaron sus padres y junto a ellos
"Marck", Juan se desesperó y se asustó, sus padres le dijeron que
todo fue su imaginación que nunca había pasado lo que él estaba diciendo, Marck
le dijo que había salido a pasear y a comprar para el desayuno, pues quería
darles la noticia que tenía que salir de viaje porque la empresa donde
trabajaba lo había ascendido de puesto y que iba a manejar una sucursal en otro
país, que debía salir mañana en la mañana, él se mostró muy confundido abrazó a
su hermano pero al hacerlo noto algo extraño, no le tomó importancia por la
felicidad de verlo y pensar que todo fue una imaginación, era de noche cuando
volvieron a su casa, al día siguiente fueron a despedir a Marck al aeropuerto,
volvieron a su casa y Juan más tranquilo pero preocupado a la vez, salió a
pasear al parque donde un día antes había sucedido todo, cuando estaba
caminando una persona se le acercó y le dio un papel que Juan al ver lo que
estaba escrito en él se desesperó, cuando quiso preguntar a la persona quién
era, esa persona ya no estaba en el lugar, la nota decía, "tú hermano está muerto, la
empresa donde trabajaba lo mató por querer renunciar, por el arma que estaban
creando".
Juan
fue a su casa y les dijo a sus padres lo ocurrido, sus padres se molestaron
porque decían que él seguía con su imaginación, que los deje tranquilos que su
hermano estaba vivo y feliz en su nuevo trabajo. Él con mucha cólera y
preocupación salió de su casa y fue al trabajo de Marck pero… donde antes
estaba la oficina de Marck ahora había un edificio multifamiliar, preguntó al
conserje que había pasado con la empresa que había en ese lugar, ante lo que él
le respondió que nunca había habido una empresa, que siempre había sido un
edificio multifamiliar.
Juan
recibió una video llamada de Marck, él que le dijo, "Juan ya no preguntes más
por mí, quédate contento de que estoy bien y sano en mi nuevo trabajo, quédate
contento de que nuestros padres están bien y todos tus conocidos junto a tu
novia y sus familiares están bien, porque de lo contrario tus ideas y
pensamientos podrían generar desgracias en todas esas personas. Se feliz
hermano vive tu vida por ahora te dejo, siempre estaré pendiente de ti, por
cierto…tu novia está a una cuadra de donde estás diviértanse, hasta luego"
Juan
se preocupó más, miró para todos lados, cuando llegó su novia y ella le
preguntó, ¿qué le pasaba? que estaba muy pálido y él le respondió "NADA,
TUVE UN SUEÑO MUY EXTRAÑO" la
abrazó le dio un beso y se fueron a caminar. Juan nunca más preguntó y su
hermano le hacía video llamadas muy seguidas.
¿FIN?
LUNAS
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